Nació en la ciudad de Santa Fe en 1889.
En su ciudad natal realizó los estudios primarios y secundarios. En 1906 obtuvo el título de Maestra Normal Nacional.
Contrajo enlace con Aníbal Cabral, que se dedicaba al comercio frente a un pequeño negocio.
Desde que obtuvo su título insistió constantemente ante el Consejo Nacional de Educación para lograr su designación.
En 1911 fue nombrada como directora interina en la Escuela Nº25 de San Juancito, Chaco. Paraje situado al N.O., cerca del ángulo formado por los límites de Formosa y Salta, perdido en las selvas del Impenetrable, que no figuraba en el mapa.
Rumbo a la escuela, acompañada por su esposo que se oponía a esta aventura, partió en tren hacia Salta y de allí a Embarcación. Después de veintiocho días de trayecto, en carreta tirada por bueyes, llegaron a destino. Había pocos ranchos y mucha pobreza; habitaban indios y criollos.
No se desanimó y el 2 de mayo de 1911 fue su primer día de clase con la asistencia de 12 niños.
Celmira enseñaba con amor a esos niños parcos y ariscos. Se dedicó de lleno a la enseñanza y logró se eje comunitario de ese lugar desolado y apartado de la civilización.
Por falta de medios de comunicación corrieron los años sin poder regresar a su ciudad natal. Recién en 1915, por un motivo muy justificado hizo lo imposible por visitar a sus padres y esperar el nacimiento de su hijo José Aníbal. Su madre no la dejó regresar con el niño, haciéndose cargo ella del bebé por temor a las grandes y difíciles situaciones vividas en ese lugar.
En 1918, por despoblación, el C.N. de Educación trasladó la escuela al Paraje “Tunales”, a 20 kilómetros de Nueva Pompeya. Once días de carreta para llegar a destino. Otro lugar de lucha contra la miseria, la desidia de los indígenas y la falta de médicos, farmacia y comunicación.
El 5 de junio comenzó su nueva labor escolar. Más tarde, su esposo fue designado Juez de Paz de “El Pintado”. Otra población de indígenas, a 70 kilómetros de su escuelita. Sólo se veían dos veces al mes. Él recorría la distancia a lomo de mula.
Celmira enseñaba a leer, a escribir y a trabajar. Educaba, modelaba espíritus y creaba seres útiles para esa comunidad lejana y desconocida.
Su noble misión de maestra fue sacrificada y audaz.
En 1922, la distancia demoró la aprobación de su pedido de licencia por maternidad ante el C. N. de Educación, y quince días de lluvia impidieron su salida de Tunales.
La maternidad se adelantó y debió soportarla en ese lugar; pero la muerte la sorprendió el 5 de junio en el trance de ser madre por segunda vez. El niño murió a pocas horas de nacer.
Su esposo, don Aníbal, se hizo cargo de la dirección de la escuela. Según la Supervisión Seccional de Escuelas Nacionales del Chaco, en marzo de 1925, Cabral entregó la escuela al nuevo director.
- Llevan el nombre de esta abnegada maestra y mártir de la enseñanza la Escuela Nº206 de Campo Winter, la biblioteca que funciona en la Escuela Nº577 (ex 45) de Resistencia y la Asociación Cooperadora de una escuela que depende de Juan José Castelli.
Fuente: -Hombres y Mujeres que Hicieron Chaco- de Lidia Polich de Calvo. |