Oriundo de Tarcento, Udine, a poco de haber contraído enlace con Catalina Blazzutto, del mismo pueblo, ofreciósele la oportunidad de incorporarse al núcleo de familias de la región dispuestas a partir hacia la Argentina en busca de un nuevo destino. Los jóvenes esposos, soñando en la realización de sus ilusiones, decidieron, sin vacilación, formar parte del histórico contingente. Apenas descendieron a orillas del Río Negro los encargados de repartir las tierras, señalándoles las vecinas a la abandonada Capilla de la Misión de San Buenaventura del Monte Alto, les dijeron: "Esas son de ustedes". Allí se radicaron a fines de marzo de 1876.
El matrimonio luego de levantar su rudimentaria vivienda, entregose, como los demás recién llegados, a destroncar el suelo virgen, preparándolo para la siembra del maíz y del tártago, los cultivos iniciales de aquellos días. La producción aunque buena, desvirtuábase, sin embargo, por la comercialización que tenía que hacerse en el único mercado de Corrientes y a precios irrisorios. Apenas se alcanzaba a vivir dentro de heroicas privaciones. Ante tal situación los agricultores, siguiendo sus prácticas tradicionales formaron huertos caseros para proveerse de elementos para la subsistencia. Don Santiago dio más amplitud a este recurso, organizando una pequeña granja, cuyos excedentes eran colocados en la capital correntina. El ejemplo tuvo sus imitadores, y así se estableció una corriente de intercambio, figurando entre los comerciantes de la vecina orilla que más activo trato tenían con los colonos de San Fernando el señor Luis Margarita Bianchieri. En sus trabajos los pobladores italianos encontraron cooperación entre los indios, especialmente entre los Tobas y Vilelas, más propensos a adaptarse al nuevo estado de las cosas.
Después de haber trabajado con firmeza durante siete años. De haber visto nacer sus hijos y de haber reunido algunos ahorros, don Santiago ante las escasas perspectivas ofrecidas por la colonia, resolvió regresar con los suyos al pueblo natal. Pero los imborrables recuerdos del Chaco lo trajeron otra vez, al cabo de dos años, a San Fernando. Pasó a establecerse en Puerto Vicentini. Allí el matrimonio viose favorecido por nuevos vástagos, siendo en total seis sus hijos: Juan, Luis, Ana, Antonio "nacido éste a los dos meses del retorno", Ángel y Pedro.
Don Santiago, llevado por inquietudes superiores, decidió promover la fundación de la escuela del lugar, y a ese efecto no sólo donó de sus tierras, al Consejo Nacional de Educación un lote de 50 por 50 metros, sino que, con la colaboración decidida de los vecinos "entre ellos: Enrique Motter, Pedro Banguer, Domingo Floriani, Antonio Bergagno, Pedro y José Dellamea" participó activamente en el trabajo destinado a dar realidad a la común aspiración.
Creada la Escuela Rural Municipal, y funcionando en un local precario, se vio la urgente e imperiosa necesidad de dotar de un edificio acorde a las necesidades del alumno.
Por ello, los colonos del lugar peticionaron a la Municipalidad de Resistencia, para que donara entre otros menesteres, ochocientas tejas de palma de tres varas de largo a fin de techar el edificio, cuya construcción realizaron los vecinos sin cargo alguno.
Autorizada la compra de las tejas, don Santiago Címbaro, en el carro de su propiedad, se dio a la tarea de conducir aquellas al pie de la obra.
En uno de esos viajes, una de las ruedas se hundió en un bache y el carro perdió su estabilidad, volcó; la carga que conducía cayó sobre el cuerpo del conductor causándole heridas internas que le produjeron la muerte.
Así inmoló su vida este pionero de la educación común, el 4 de junio de 1894, a los 44 años.
Grande fue la consternación del vecindario ante el trágico accidente. Pero la obra prosiguió bajo el luctuoso recuerdo, y así pudo tener Puerto Vicentini su Escuela, la Nº6, inaugurada en 1894. su primer maestro fue don José María Toledo, reemplazado en 1905, por la esposa del ingeniero Mounier "el iniciador de la obra del Puente San Fernando", la distinguida educacionista Luisa Sereul. En 1896, el Consejo Nacional de Educación se hace cargo del establecimiento y nombra a esta docente Directora Titular.
Se hace necesario aclarar que Santiago Címbaro tenía un homónimo en nombre y apellido que también vino de Italia en el mismo vapor -el Nord América, en marzo de 1878- lo que creaba confusión, además de las dificultades idiomáticas, con las autoridades argentinas. Para identificarse plenamente, el protagonista de esta historia adoptó el apellido de su suegra, Canella y lo incorporó como propio, para transmitirlo en lo sucesivo a sus descendientes. De allí el origen de este apellido compuesto. - La Cooperadora Escolar de la Escuela Nº6, lleva el nombre de "Santiago Címbaro" como justa recordación, desde su organización, en 1896.
- El edificio que actualmente ocupa la Escuela Nº6 de Puerto Vicentini, lleva el nombre de "Santiago Címbaro Canella", desde 1996, al cumplirse el centenario de su creación.
- Por Decreto Nº1762 del 23 de octubre de 1996, el Gobierno de la Provincia del Chaco declaró Patrimonio Cultural el antiguo edificio, donde funciona un Jardín de Infantes y un Puesto Sanitario.
Fuente: -Hombres y Mujeres que Hicieron Chaco- de Lidia Polich de Calvo. |